Hablar de Zamora es hacerlo de la oveja, del pastoreo, de los pastores y de la leche. Es sinónimo de esta cultura que, aunque ha ido evolucionando y cambiando con el paso de los años en la provincia, sigue manteniendo su esencia y formando parte de su ADN.
Zamora es la tierra del ovino pero el pastoreo es un oficio en riesgo alto de desaparición ya que la falta de relevo generacional pone en duda la continuidad de esta actividad en un futuro.
Actualmente, la provincia zamorana tiene el mayor número de explotaciones de ovino para la producción de leche del país y es la segunda mayor criadora nacional de ovino de carne, por detrás de Extremadura.
La historia del pastoreo nace cuando nuestros antepasados criaban ovejas y cabras para alimentarse de su carne y de su leche, con la que también podían elaborar quesos. Además, de las ovejas conseguían lana para hacer ropa de abrigo y producían estiércol que fertilizaba los campos.
TRASHUMANCIA
Durante muchos siglos, los rebaños se alimentaban exclusivamente en el campo donde aprovechaban pastizales y rastrojeras. Estos eran conducidos por el pastor y, al menos, dos perros hasta el final de la tarde, momento en el que el comenzaban el retorno.
Como un sistema de aprovechamiento de pastos entre las tierras bajas y los puertos de montaña nació la trashumancia. Durante el otoño y el invierno pacían en los bajos y a finales de primavera, cuando ya se había acabado el alimento, iban camino de los puertos de montaña donde era más abundante.
INDUMENTARIA
En la labor de los pastores, los nómadas ibéricos, su indumentaria siempre ha jugado un papel clave para poder aguantar largas jornadas de sol a sol en el campo.
Aunque esta ha cambiado en los últimos años, la ropa tradicional que portaban los pastores por tierras zamoranas era:
- Manta, una prenda de lana de oveja a cuadros y en tonos blancos y negros. La manta zamorana es uno de los elementos más característicos de la cultura y tradición de la ciudad y la provincia. Zamora se convirtió en un punto estratégico fruto del paso de la trashumancia desde Extremadura hasta Valladolid.
Así nació una importante industria textil especializada en lana. La lana es 100% pura de oveja, y con los procesos de fabricación se consigue un tejido ligero y que conserva el calor, siendo totalmente transpirables. - Cachava o cayada, un palo recto que va desde la cadera al suelo y que se utiliza como ayuda para poder caminar por las tierras y terrenos más complicados. También sirve para apoyarse y ordenar al ganado.
- Zahones, una prenda de una sola pieza de piel de vaca, que cubre el vientre y las piernas por la parte delantera. Tiene un corte en la zona el medio para poder facilitar el movimiento de las piernas.
- Polainas, confeccionadas con piel de vaca, que se colocaban encima del pantalón como elemento de protección contra el frío y la maleza de campo.
- Pellejos, se utilizaban para proteger los pies de la humedad, están hechas con piel de oveja y cubre desde los pies hasta los tobillos.
- Peales, con calcetines de mayor grosor y hechos de lana de oveja que era hilada por las pastoras.
- Abarcas, similares a las sandalias, pero con sujeción para el pie por la parte delantera. Va atada a los tobillos con correas.
- Tapabocas, ahora conocido como bufanda, tejida con lana parecida a la de las mantas. Con ella, los pastores se cubrían la cabeza y el cuello.
- Boina, de color negro que acababa siendo marrón debido a la incidencia del sol que generaba una pérdida de color.
- Zurrón, donde los pastores guardaban tanto comida como otros utensilios.
Ahora, estas prendas ya no se usan porque su trabajo ha variado mucho y ahora lo que portan es ropa más ligera y fabricada con otros tejidos.
Pero no solo la indumentaria de los pastores ha cambiado con el paso del tiempo, también sus tareas diarias ya que antes salían desde primera hora y no volvían hasta cuando iba a caer el sol. En estos espacios de tiempo, los pastores aprovechaban para realizar todo tipo de artesanías manuales.
Ahora, el modo de vida de estos pastores ha cambiado y estas tareas se han sustituido por otro tipo de actividades como la burocracia y el papeleo que deben gestionar desde un ordenador.
Una profesión en riesgo de desaparecer en una provincia que es líder del ovino a nivel nacional con tres ovejas por cada habitante. Por eso, la provincia se enfrenta al reto del relevo generacional en un sector que garantiza el mantenimiento de la población en el mundo rural y lucha así contra la despoblación de la España Vaciada.